Tuesday, September 30, 2008

Todas Íbamos A Ser Reinas (Versión 2.0)

Cuando el muerto no revivió entre medio del velorio.

Hoy la tía del Kiosko me dijo: "Cómase esos cubanitos, porque no hay nada más rico que un cubano, ¿verdad?" Y yo, abismada, obviamente me compré otra cosa.

Insitada por la melancolía de Silvio Rodriguez caminé hacia él. Me acerqué lentamente y temblando, decidida hasta el último momento a salir corriendo del teatro, de la universidad y del país. Pero no sé qué pasó, y sólo seguí caminando hasta llegar a su lado. Miré por el vidrio y ahí estaba. Rubio, con los ojos entre cerrados, la boca entre abierta, unos pocos rasguños en su cara que parecían inofensivos, ningún rastro del seco golpe que causó la muerte. La muerte. Ahí estaba, disfrazada de actor inmóvil que no mira hacia ningún lado. Una vez más, eso era la muerte, ese hombre alto y hermoso por el que todas llorábamos. Yo su grouppie llorona y compulsiva que aprovechaba cualquier encuentro para demostrarle mi admiración. Él grande y de la tele, bailando mientras el Eder me empuja encima de él, él en el patio, yo vestida de enfermera, él con tatuajes, él enseñándole al Pablo como habla y como camina un bufalito. Mi bufalito. Sin bufalito se quedó la Laurita, porque bufalito se mató como se matan los grandes actores de todos los tiempos.

La gente no debería morirse. No más.

Hermoso a través del vidrio que parecía de vitrina. Hermoso más aún de cuando estaba vivo. Hermoso para hacer llorar a sus dementes mujeres, hermoso para no besarte y sólo irse y olvidarse.

Ya no quiero escribir más porque no puedo y porque ya a veces no creo aunque MC me diga lo contrario.

Pero que ya no se muera la gente. No más.
Menos los grandes actores que una ama en las borracheras de las fiestas.
No más.

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