Saturday, December 10, 2005

Escribiendo SIEMPRE Todo Mejora. (Vaca Loca)

En El Cáncer De La Luna

Es viernes. El aburrimiento carcome mi casa y a mis parientes fallidos, aquellos que intentaron cumplir con su rol en tiempos equívocos. La noche no tiene hora, ningún mueble está en su lugar, mi teléfono es de mentira y mi memoria se muere en medio de un absurdo corte circuito. Es viernes 9 de diciembre y no recuerdo lo que estaba haciendo hace un año. Leo mi blog. Recuerdo. Daba mi prueba de lenguaje en el colegio siglo 21. Aprox. 32º. Mi genio: malo. Era uno de esos días, tal como lo describía la palabra. Si comienzo a comparar me voy a pérdida. En menos de un año he perdido el gusto y la sensatez de escribir con una genial facilidad, he perdido las ganas de levantarme temprano, el carrusel que me dio la Clau para mi cumpleaños número 17, mi castidad, a Gladis, el cable, el internet, el respeto hacia la calle, perdí a mi madre, a la Claudia, las idas a bellavistas, las entradas a Cineadicción. Perdí mi título de actriz graduada en la católica, perdí mi pase escolar y también el de otros, perdí a Mackenna, borracho. Se esfumó la soltería de mi hermano, se hizo humo la distancia y la salud mental de todos los que habitaban esta casa. Mi pieza se llenó de niebla y dormir aquí dejó de ser costumbre. Salgo entonces con mis 54 kilos y mis pantalones nuevos. Son las 12 de la noche. Comprendo que por más que suframos los muertos siguen oficialmente desparecidos e inubicables, y que los que si cargan con un número telefónico no nos sirven tanto para curarnos, emborracharnos, y así anestesiar nuestras penas como Dios manda. No hay dirección a la que quiera asistir. No hay alguien en este momento tan ausente como yo. Me devuelvo con una tímida esperanza de que mi casa no siga ahí, pero por más que trate de arrancar me encuentra, y me encierra entre sus rejas y sus ladrillos rojos que tanto me llaman la atención. Me recibe una canción que comenzó tres años atrás. Esa, la del pintor que le teme al diablo. Esa escrita en mi pared, la de la mujer que tenía tu misma boca y conocía todos tus demonios y temores. No puedo evitar pensar en ti. ¿Te acuerdas? Yo vestía de negro, como si inyectarme tu vida fuera como asistir a mi propio funeral. Temblaba, miraba y besaba entre medio de tanto secreto mal contado. Porque tú eras un secreto mal contado, tu daño interno iba por otro lado, eras más que un comentario, la complejidad era más absoluta que lo que pudieran contar dos ojos verdes con un corazón roto. Yo hace un año sólo vivía, sin preguntar si a alguien le importaba. Yo quitaba y me tomaba todo el amor que me ofrecieran.

Ahora es fin de año y sucede que me canso de ser hombre, sucede que entro en las sastrerías y en los cines, marchito, impenetrable como un cisne de fieltro. Los ciclos que se cierran me llenan de nostalgia y me hacen cuestionar cada uno de mis amores y de mis destierros. Se me quita la magia y las ganas infinitas de contarle al mundo lo fácil que es cerrarle la puerta a la desgracia.

Yo antes escribía de problemas tangibles. Ya no hay cabida para quejas completas. Mejor cerramos los ojos, y comenzamos a soñar antes de quedarnos dormidos.

“Little Green” – Joni Mitchell



De Mi País Al Tuyo

No hay necesidad del miedo. Alguna canción ha de haber para ti. Te mando a que te acuestes, como nos mandaban a los 8 cortos años de vida. Te ordeno a que saques todo el alcohol incrustado en tus neuronas, que aclares la distancia entre tu cuerpo y esa cosa llamada alma. Te baño y te saco los piojos blancos, que vagan con pena por tu cabeza, metiendo ruido y bebiendo sangre. A veces, aunque no estés te oigo llorar por entre medio de las noches. Te escribo cartas en tu ausencia. Tu ausencia física y tu falta emocional. ¿Y tú dónde, cómo, cuando y con quien estás? ¿Aún te sientas en las veredas a mirar a la gente mientras me extrañas sin saberlo? ¿Cómo te tratan? ¿Cómo te dicen? ¿Te cuesta dormir tan lejos de lo que siempre conociste? ¿Puedes mandarme una foto engañosa en la que te vea lo suficiente para recordarte pero que no sea tan perfecta como para enfermarme de distancia? Yo sigo igual. En la misma casa y con las mismas mañas, aún odio el calor, las vendedoras y a las dueñas de casa. Ya no escucho tu música para que no se me separe el alma de lo poco y nada que me queda de cuerpo. Siempre estoy feliz, como a ti te gustaría. Conozco a mucha gente y sólo beso a personas que me recuerden a ti. Te espero y visito nuestros lugares y calles mientras continúo con mi vida. A veces despierto a deshoras y siento a mi lado tu cuerpo dormido en el invierno seco de mis estancias. Algunas veces desapareces y otras te quedas ahí por semanas enteras, hasta que decido que no eres más que el cadáver vivo de mi locura, te envuelvo en las sábanas de turno que fermentan tus feromonas y te abandono por el mismo lado del río del que se tiró Santiago. No basta que pasen un par de semanas para que aparezcas de nuevo. Por eso entonces no respondo tus llamadas, yo ya dejé de creer en fantasmas.
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